martes, 5 de octubre de 2010

Mis trabajos este año II

Inico esta descripción de mis puestos de trabajo por la labor que desempeño como profesor de español en un insituto de Secundaria francés. Este es mi segundo año en el mismo instituto y este año he pasado de hacer cinco a seis horas a la semana (tengo el estatuto de Vacataire en el ámbito de la enseñanza escolar que en Francia no puede superar las 200 horas lectivas anuales).
Con estas 6 horas doy clases a un grupo de 20 alumnos de Seconde (de 14 a 15 años) y a un grupo de 30 alumnos de Premier (de 15 a 16 años).
En otros lugares ya he comentado el modo como se suele enseñar idiomas en los institutos franceses (a partir de textos literarios e imágenes) aunque afortunadamente esto está cambiando (muy paulatinamente, eso sí). Yo, sin embargo, trato de hacer actividades donde los alumnos tengan más participación oral y hagamos cosas que puedan ser de su interés. Pues bien, tras años de experiencia, de lo que me estoy dando cuenta es de que a los alumnos les da igual hacer una cosa u otra. Parecen estar descontentos per se, apáticos y, sobre todo, infantilizados.
Es realmente terrible ver en qué grado de "madurez" nos encontramos con muchos de esos alumnos, que parecen venir a clase para pasarse 55 minutos con el cerebro en off, salvo cuando se ponen a hablar entre ellos.
Cada tarea propuesta les parece insalvable puesto que, a su parecer, requiere mucho esfuerzo. Lo más curioso de todo es que cuando la hacen se dan cuenta de que no era para tanto. Eso no significa que salgamos del círculo vicioso.
Pero a parte de esa mayoritaria dejadez y desinterés (sí, mayoritaria aunque no total), lo que peor llevo es la disciplina y eso que mis alumnos no son, para nada, agresivos. Son, por decirlo de algún modo, unos "críos" que hacen que la fuerza del grupo procoque de vez en cuando unos dolores de cabeza al personal de envergadura. Parecen tener una incapacidad natural en clase a estar atentos y una inclinación a crear un hábitat de murmullos-risas sonoras-y algún que otro grito a medio sofocar en clase. Y si por lo que sea se te ocurre hablar con algún alumno mientras los otros están ocupados con alguna tarea para pedirle amablemente que trabaje un poco más y hable (en francés) un poco menos, las risitas se acentúan sensiblemente cuando te alejas (en gran parte porque tu acento hispano hace que no tengas una pronunciación perfecta de su lengua materna). Sí, hay casos así, o almenos yo me he topado con muchos.
A veces tengo tendencia a decirme que en casos como estos la mano dura encaja, aunque afortunadamente, ese pensamiento se desvanece rápidamente. Hasta ahora, almenos.
En todo caso, cuando me dirijo al instituto y, sobre todo, cuando entro en él, me embarga una tristeza difícil de describir pero que me deja claro que no estoy disfrutando de un trabajo que me apasiona, y lo más cruel es que la solución no sólo está en ellos sino en mí y por mucho que busque (ayudados de blogger, exposiciones, dinámicas de grupos, trabajo colaborativo...) no la encuentro. Quizá debería hacr simple y llanamente comentarios de textos literarios.